October 2013
Alvaro Ruiz, Marcos González y Laura Villalobos eran solo unos niños cuando llegaron junto con sus padres a Estados Unidos. No tenían amigos y el inglés era algo desconocido para ellos. Pero como la mayoría de los inmigrantes y sus familias, tuvieron que adaptarse rápidamente a una nueva cultura de la que poco o nada conocían.
Hoy, aquellos tres niños hispanos que comenzaron una nueva vida cuando menos se lo esperaban, son veinteañeros y estudiantes universitarios radicados en Tampa.
No comparten ningún parentesco, tampoco una nacionalidad, pero el grupo parece estar hecho a la medida: todos son estudiantes de honor, recibieron becas por su excelencia académica y fueron aceptados en programas que se especializan en la formación de líderes para el futuro.
Ruiz es venezolano y vive en Estados Unidos desde 1995. Hace cuatro años se nacionalizó estadounidense y será el primero de su familia en graduarse con un título universitario.
“Mi padre no pudo ir a la universidad, pero al menos fue a la escuela. Leyó mucho y aprendió el valor de la educación”, dijo Ruiz en una entrevista con CENTRO Tampa. “Esa fue la mejor lección que pudo darme”.
Ruiz estudia Finanzas y Negocios Internacionales en la Universidad del Sur de la Florida. Su historia de vida es sinónimo de lucha y ganas de superación. A Ruiz no le importó cuán difícil podía ser el presente porque lo que realmente quería era asegurar un futuro de oportunidades con la única herramienta que tenía en sus manos: la educación.
Sentado en una mesa de un salón de conferencias de su universidad, Ruiz hizo un repaso a sus veinte años de vida: el cambio desde Caracas hacia la Florida, el divorcio de sus padres y la escuela a la que asistió de niño en Kissimmee. En esa escuela, recordó que la mayoría de los alumnos terminaba abandonando los estudios para trabajar en lo primero que encontraban.
“Estuve a punto de ser uno de ellos, pero decidí que no lo sería”, comentó Ruiz. “Me dí cuenta que podía alcanzar metas y dar pasos en la vida. Eso fue lo que hice”.
Ruiz obtuvo la ciudadanía estadounidense en 2009 y casi inmediatamente después se enlistó como reservista en las Fuerzas Armadas. En el plano académico, no pasó mucho tiempo para que fuese aceptado en la USF y comenzase su despegue personal. Recientemente fue invitado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos para estudiar cursos de verano en el Centro de Idiomas Foráneos, en California. También es parte del programa College of Business “25 Under 25” de USF.
“Gracias a las becas y al apoyo que he recibido terminaré mis estudios en diciembre y lo haré con una experiencia muy enriquecedora”, dijo Ruiz, quien recientemente participó en programas de intercambio estudiantil en Brasil e Inglaterra.
“He aprendido varias lecciones. Una de ellas es que supe que con esfuerzo y dedicación superas las expectativas de la sociedad y los obstáculos que se presentan en la vida”, afirmó Ruiz. “También aprendí a no tener miedo y aceptar la generosidad de la gente que cree en uno”.
El caso de Villalobos es similar. Como muchos otros niños de corta edad, arribó a Estados Unidos de la mano de su padres sin entender muy bien lo que ocurría.
Era 1998, y su país natal, Colombia, se desangraba en medio de la crisis interna e inseguridad pública. El conflicto colombiano ha dejado al menos 220,000 muertos en cincuenta años de violencia, según datos de la organizacion independiente Grupo de Memoria Histórica, radicado en Colombia.
Villalobos recordó sus primeros años en Estados Unidos como un proceso de reinserción y cambios. Hacer amigos, aprender el idioma y acostumbrarse a un nuevo sistema educativo fueron sus prioridades.
“Aquí en Estados Unidos no teníamos familia ni nada. Empezamos desde cero”, explicó Villalobos, de 20 años. “Pero las dificultades eran lo de menos. Lo único que mis padres querían era darme una mejor educación y que tuviera las oportunidades que ellos no pudieron tener por la situación de mi país”.
Villalobos sigue la carrera de Comunicaciones en la Universidad de Tampa (UT), es una de las mejores de su promoción y muy pronto se especializará en Ciencias Políticas. En la universidad, Villalobos ha sido becada por varios organismos, incluyendo el prestigioso President’s Leadership Fellows (PLF).
Los alumnos que reciben el PLF son seleccionados por el nivel de sus calificaciones, capacidad de liderazgo y excelencia académica. Anualmente un grupo de 25 es aceptado en el programa bajo ciertos requisitos.
La agenda de actividades y proyectos del PLF incluyen la oportunidad de intercambiar experiencias con otros jóvenes de su edad, activistas y académicos de primer orden alrededor del mundo. El programa también les permite asistir a seminarios de liderazgo y trabajar en conjunto en la presentación de proyectos de desarrollo para mejorar las relaciones comunitarias y favorecer cambios positivos en la sociedad civil, entre otros.
Cuando se gradúe, Villalobos trabajará en campañas políticas y de medios en el corazón de la capital estadounidense, Washington D.C.
“Será mi sueño hecho realidad”, dijo Villalobos.
González también tiene sueños y, en su caso, han ido tomando forma en un proceso de aprendizaje que no estuvo exento de sacrificios.
Hijo de una familia pobre de campesinos mexicanos, González pasó su infancia en Immokalee, un pueblo ubicado en el sur de Tampa. Desde los 13 años recogió tomates junto con su padre en jornadas larguísimas y frecuentemente agotadoras en campos de la Florida y Carolina del Norte.
Pero fue su propio padre quien le hizo ver al pequeño González la importancia de aspirar a una educación e invertir el tiempo en llegar a ser alguien con metas.
“Mi padre solía decirme: Puedes estar aquí en el campo toda tu vida, o puedes estudiar y trabajar en una oficina con aire acondicionado”, recordó González. “Su escuela de vida me hizo ver las cosas cómo son”.
González se decidió por los estudios. Primero, recibió una beca de siete semanas de la Fundación Immokalee para asistir como alumno invitado a la Universidad de la Florida. La experiencia lo marcó para siempre.
“Esto me hizo creer que yo pertenecía a la universidad. Y que yo podía tener éxito en la vida “, agregó González. Meses después fue aceptado en la Universidad del Sur de la Florida para estudiar Contabilidad y Economía. Luego pasó a las filas del Programa de Honores de Negocios de la USF.
El programa fue inaugurado en el 2010 como parte del compromiso académico trazado por este centro universitario para nutrir de formación académica especializada.
Ofrece a los estudiantes sobresalientes y de comprobada excelencia académica las herramientas necesarias para enriquecer el proceso de aprendizaje. También ayuda a ampliar conocimientos y experiencias en el mundo de la administración, el mercadeo y las finanzas.
En el verano, González tuvo la oportunidad de viajar a varios países como parte de su formación académica. De los campos de Carolina del Norte y de la Florida pasó a visitar centros académicos y universidades de primer nivel en Italia y China, entre otros países.
“Esta es la historia de cómo pasé de llevar un cesto de treinta libras de tomatores a una Macbook Air de tres libras”, dijo González.
– Juan Carlos Chávez
CENTRO Tampa es el semanario hispano de mayor circulación y lectoría en el área de la Bahía de Tampa.